Las claves de liderazgo que aprendió Araceli Segarra que en el Everest
Araceli Segarra, primera mujer española en alcanzar la cima del Everest, ha llevado su experiencia más allá del alpinismo. Se ha convertido en un referente en liderazgo y gestión de equipos en situaciones extremas. Sus vivencias en la montaña le enseñaron a tomar decisiones bajo presión y hoy transmite un mensaje claro: liderar es saber escuchar, adaptarse y actuar con conciencia.
Pero antes de mostrarte las claves, debes saber que Araceli Segarra ofrece conferencias para todo el mundo. Contratarlas es realmente fácil a través de MTConsulting. Y una vez contratada una de las conferencias de Araceli Segarra, la misma elaborará una charla personalizada según las necesidades. Gracias a sus conocimientos todo es mucho más positivo. Dicho esto, pasamos a mostrar algunas claves.
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Hay que aprender a escuchar
Araceli Segarra destaca en sus charlas la importancia de la escucha activa como herramienta clave para el trabajo en equipo. En entornos extremos como la montaña, prestar atención a cada miembro del grupo, sin importar su nivel de experiencia, puede marcar la diferencia entre el éxito y el desastre. Escuchar con atención permite detectar riesgos, anticiparse a problemas y fortalecer la cohesión del grupo.
Durante su expedición al Everest en 1996, Segarra vivió una de las tragedias más impactantes ocurridas en esa montaña. Mientras otros equipos enfrentaban pérdidas humanas, el suyo logró salir ileso. Este logro no fue casualidad, sino el resultado de una cultura de comunicación basada en el respeto y la colaboración. La disposición a valorar distintos puntos de vista y a mantener una estructura horizontal favoreció la toma de decisiones prudentes. Para Segarra, escuchar no es solo una actitud, sino una estrategia de liderazgo esencial en contextos de alta exigencia.
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La importancia de la adaptación
La montaña es un entorno impredecible donde los planes pueden desmoronarse rápidamente. Las condiciones cambian de forma repentina, las rutas se bloquean y el cuerpo humano reacciona de manera inesperada ante la altitud. Araceli aprendió que la rigidez en estos contextos es un error grave.
En el Everest, la capacidad de adaptarse a las circunstancias es crucial para la supervivencia. La habilidad de tomar decisiones rápidas y cambiar de rumbo cuando es necesario es vital. Segarra adoptó esta filosofía, comprendiendo que ajustar el camino no significa fracasar, sino una cuestión de supervivencia. Este principio lo ha trasladado al ámbito corporativo, donde, a menudo, se ve el cambio de estrategia como un signo de debilidad, cuando en realidad puede ser una muestra de inteligencia y flexibilidad.
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Hay que aprender a liderar
Araceli nunca se ha visto como una líder convencional. Para ella, el liderazgo se gana a través de acciones, no de imposiciones. Su capacidad para mantenerse serena en situaciones difíciles, su firmeza frente a la adversidad y su disposición para asumir responsabilidades sin esperar reconocimiento fueron claves para que su equipo la respetara.
En sus conferencias, Araceli suele repetir que “el líder es el que da un paso adelante cuando todo el mundo retrocede”. En situaciones extremas, como en la cumbre del Everest, donde la respiración es limitada y la claridad mental se ve afectada, su ejemplo personal se convierte en un modelo más valioso que cualquier palabra. Para Segarra, el liderazgo genuino se basa en la coherencia entre lo que se predica y lo que se practica. Su enfoque destaca la importancia de ser un líder auténtico, que demuestre sus valores a través de sus actos.
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Control sobre el miedo
El miedo en el Everest es una constante. A 8.000 metros de altitud, el cuerpo se ve afectado, la mente entra en duda y el entorno se vuelve amenazante. Sin embargo, Araceli logró aprender a convivir con este miedo y a gestionarlo adecuadamente. Esta experiencia le mostró que el miedo no debe paralizar, sino servir como una señal de alerta.
Ella considera el miedo como una herramienta esencial de liderazgo. Reconocerlo, ponerle nombre y compartirlo con el equipo puede facilitar la toma de decisiones más cuidadosas. En el ámbito profesional, el miedo frecuentemente se disfraza de indecisión, silencio o resistencia al cambio. Aprender a manejarlo con serenidad y sin exageraciones es una habilidad que Araceli ha trabajado para desarrollar y enseñar.
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La importancia del trabajo en equipo
En la montaña, los egos no tienen cabida. Segarra ha expresado en múltiples ocasiones que, si no estás dispuesto a ayudar a los demás, no es recomendable subir. Para él, el éxito individual solo se logra gracias a una buena dinámica grupal. Nadie alcanza la cima en solitario.
La tragedia de 1996 le mostró que, cuando otros equipos no lograban mantenerse firmes, su grupo supo actuar con unidad. Tomaron decisiones solidarias y priorizaron el bienestar común sobre el interés individual. Esta experiencia dejó una huella profunda en su forma de entender el liderazgo. Para Segarra, la clave está en la empatía, el compromiso y la colaboración. Estos valores son fundamentales no solo en una expedición, sino también en cualquier equipo, ya sea en el ámbito profesional o personal.
Su visión del liderazgo demuestra que los mejores resultados se alcanzan cuando se trabaja en conjunto, poniendo las necesidades del grupo por encima de los intereses propios. El trabajo en equipo, impulsado por el apoyo mutuo, es lo que realmente permite superar desafíos.
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El autoconocimiento es importante
Una lección profunda que Araceli aprendió en el Everest fue el encuentro consigo misma. En esas alturas, sin las comodidades y distracciones cotidianas, se vio obligada a enfrentarse a su propia vulnerabilidad. Fue un proceso de reconocer sus límites, comprender sus emociones y respetar sus propios ritmos.
Este proceso de autoconocimiento se convirtió en una herramienta esencial para liderar con autenticidad. En sus conferencias, Araceli enfatiza que no se puede guiar a otros si uno no se conoce a sí mismo. Sostiene que el liderazgo verdadero proviene del equilibrio interno y no de intentar controlar el entorno o a las personas.
Para ella, el liderazgo auténtico surge del autoconocimiento y de ser fiel a uno mismo. Sin esta base interna, cualquier intento de liderazgo se ve vacío y superficial. La experiencia en el Everest, donde las condiciones extremas no ofrecían espacio para las distracciones, permitió que Araceli encontrara esa conexión esencial con su interior, transformándose en una líder más genuina y capaz de inspirar a otros desde un lugar de autenticidad.